
El viernes estuve de acompañante de cazador, hay que decir que los cazadores tienen tendencia a salir de caza acompañándose entre ellos mismos pero de vez en cuando se les ocurren planes para acompañantes no cazadores. Fuimos a la sierra de la Sagra, una maravilla de la provincia de Granada en la confluencia con las de Murcia, Almería, Jaén y Albacete, que se dice pronto.
Por casualidad encontramos un hotelito con encanto,
collados de sagra el trato es absolutamente amable. Cenamos estupendamente valorando el cuajo que hay que tener para poner semejante negocio en ese lugar de la sierra, Luis pidió carne de venao, a mi me pareció un detalle asqueroso aunque reconozco que la probé y estaba buenísima.
Por la mañana el cazador cazó y yo leí mi novela tranquilamente en un banquito en el jardín. A eso de las 12 hicimos una excursión de unos cuatro kilómetros hasta un nacimiento de agua y de vuelta a casa pasamos por la Puebla de don Fadrique que tenía una feria de ganado y vendían unos
embutidos memorables.
Dicen que la sierra es una maravilla en invierno con nieve, a mi me parece que no hay colores más bonitos que los del otoño.
En estos mismos días miles de indignados salen a la calle, mi indignación necesita saber que la vida sigue, que de esta crisis se puede salir, que el miedo y nada todo es lo mismo.
Un amigo dice que el ya sólo oye La Ser porque si oye la verdad no duerme (que no se enfade nadie, solo es la opinión de mi amigo, las opiniones son libres ¿o no?)
Mi reconocimiento a los que, cuando más falta hace, montan negocios de calidad que dan empleo, ilusión y confianza. Ánimo que así podemos.