domingo, 20 de febrero de 2011

el discurso del rey


El viernes, por fin, fui a ver el discurso del rey, es tierna, divertida, amena y muy interesante, me he sentido especialmente identificada porque, aunque no soy tartamuda ni rey, no me gusta nada hablar en público y tengo la suerte de haber ejercido la abogacía y ahora dedicarme a la política. Hay dos cosas que dan terror en estos casos: los micrófonos, porque piensas que hay mucha gente oyéndote, y el público, porque ves que hay mucha gente oyéndote. El terror lo supero no mirando ni lo uno ni a los otros, simplemente hablas con el que tienes enfrente, puede ser un tertuliano como tú, un juez, un concejal de la oposición, el abogado contrario, el presentador del programa, da igual, el caso es olvidar el micrófono y el público, es sólo un truco pero funciona. Como lo entendí cuando Lyonel dice, olvídate de todo, dímelo sólo a mi.
Lo malo, lo espantoso, viene en los mítines, no puedes olvidar el micrófono, ahí arriba en el escenario solos él y tu, tampoco puedes fingir que no tienes público, es todo lo que tienes delante. Me encantan las campañas electorales pero me espeluznan los mítines, a estas alturas igual no lo supero.

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