No soy una entendida en toros ni mucho menos. En la feria de Almería me gusta ir por lo menos a una corrida sobre todo por el ambiente; el colorido de la plaza, la nuestra es muy coqueta en los detalles y además las mujeres en los palcos atan sus mantones de manila para que cuelguen y queda preciosa; por la costumbre que aquí tenemos de parar entre el tercer y cuarto toro para disfrutar de una estupenda merienda y por ver como brillan los trajes de los toreros una vez que se ha hecho de noche y encienden las luces de la plaza. Todo eso junto se me antoja un espectáculo irrenunciable.
Está claro que no entiendo nada de toros, quizá por eso lo que le hacen al animal en la plaza me parece una faena, animal que por otro lado no existiría sino hubiese corridas, en casos concretos de tres o cuatro intentos fallidos a la hora de matar hubiese estado de acuerdo en que se llevasen detenido al torero por propinar al toro un sufrimiento mas allá del estrictamente necesario.
Es fácil de entender que haya personas que estén en contra de esas fiestas, como pueden estar en contra de que se despeñe una cabra por un campanario o que todo un pueblo vuelva loco a un toro mientras este se tiene que preocupar de intentar quitarse unas bolas de fuego que le han atado a los cuernos, sólo porque sea la costumbre propia del lugar.
Lo que no se entiende nada fácil es que se vote una ley para prohibir lo primero y no se diga ni media palabra de lo segundo, estando en este caso mucho más indefenso el animal y no habiendo ni pizca de arte de ningún tipo en el asunto.
Pero oye ¿Tiene el parlamento catalán potestad para eso? Pues allá ellos, que sus electores lo juzguen. ¿Qué lo han hecho por ser los toros la denominada fiesta nacional? Seguro, en otro caso hubiesen prohibido cualquier otro espectáculo con animales, incluidos los circos, pero yo no les haría el juego, igual se aburren si nadie les hace caso,les guste o no, con toros o sin toros Cataluña no deja de ser España.