Siempre he pensado que soy de natural serena y poco alarmista, oye, pues ando hasta agobiada con la historia esa del volcán de Islandia.
¿Qué ha soltado eso por su boca que ha habido que suspender 25.000 vuelos en dos días? En cantidad un disparate, pero en calidad por lo visto es una masa capaz de parar el motor de un avión. Lo de poner en jaque todo el tráfico aéreo de Europa es un desastre, pero casi el menor. Si le puede hacer eso a un avión ¿qué le puede hacer al aire que respiramos?
Animando, dicen los de la Nasa que este volcán es una birria y que lo malo malo es que puede ser el preludio de la actividad de su vecino Katla, que eso sí es un señor volcán. Yo tengo un poco de susto.
Me voy mañana a comer a la sierra para espantar malos pensamientos.
Pues mira que Almería es zona sísmica-volcaica... yo me iria a una capea (por ejemplo) que lo de la sierra puede ser que estalle el volcan 2
ResponderEliminar¿Y no será que no pueden volar los aviones porque no se ve un pijo, meonde por el daño que le pueda hacer a los motores? Meonde, muy almeriense, aunque en realidad se trata de una simple contracción de tres palabras: "en lugar de", y creo que no es la única contracción de ese tipo que tenemos ¿vosotros que decís?
ResponderEliminarel barca va a milan en bus
ResponderEliminarLo que pasa es que el humo manda una señal errónea al piloto de que los motores se están recalentado... o algo así. En cualquier caso, nosotros no tenemos sensores incorporados en el organismo.
ResponderEliminarAlmudena
Que no , que la cenia entra en los motores y allí se cristaliza y los hace pedazos. Creo. Entra meón=en lugar, quitamos el de y por tanto la contracción, no somos nadie
ResponderEliminaro sea la ceniza
ResponderEliminar¿Alguien me explica cómo se va de Palma a Nuremberg sin coger un avión? Desde luego no somos nadie.
ResponderEliminaryas que te cagas!!!
ResponderEliminarAcabo de ir de Palma a Nuremberg telepáticamente y ha resultado estupendo. Lo único que Nieremberg tiene muy poco ambiente a estas horas y me he trasladado a Cedeira, donde estoy ahora poniéndome hasta arriba de percebes.
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